Daeun, quien pierde el autobús que conecta al pueblo dos veces al día, se ve obligada a caminar hacia una aldea remota, enclavada en lo profundo de las montañas.
Mientras avanza bajo el abrasador sol de verano, con la ropa empapada en sudor ondeando al viento, un hombre que ha aparecido en el pueblo desde hace algún tiempo detiene su coche para ayudarla. Sin embargo, Daeun, sin dinero para pagar el viaje, le ofrece su ropa interior como pago…
“¿No te enseñaron en la escuela que no debes mostrar estas cosas por ahí?”
“En el pueblo todos viven así. Mi abuela ni siquiera usa sostén.”
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